Mis brazos sólo tiemblan
al sonido de los cascabeles de tu paso
y al verte,
mis oídos se hacen cada vez más agudos,
finos y perplejos
pero no puedo comprender el quinto grado de la escala
de mi lira imaginaria.
Mi cabello se eriza,
mis pies se convierten en rocas,
mis piernas en cristales fáciles de demoler,
me derrumbo en mi propio mundo huraño y ocioso,
me fracciono la lengua
para jamás seguir exactamente tu voz principal,
nota por nota,
y nunca sentir tu imitación canónica persuasiva.
Pero soy yo ,
sé que siempre seré yo,
la causa de mi punición,
yo misma me aflijo
ardiendo en la lava nociva de tu desprecio.
Que no sean sólo mis escasos lamentos
los que te hagan gimotearte,
te deseo, aunque sólo pienso como enarmonía
ya que no se si me obsesione
o en verdad me enamoré.
Mentiría al decir que no cambiaría,
por tí correré por un jardín musical
crescendo, crescendo,
llegaré hasta tu ventana y me colocaré ahí
en forma de una figurilla blanca,
y al llegar,
solo lo me seguirás ignorando,
como lo haces ahora…
…nada es perfecto.
Angye Beltran