domingo, 28 de febrero de 2010

La nota


Caminando por los pasillos de la universidad en un día frío y muy húmedo me puse a pensar en todas las cosas que hice en el último año y sobre todo, en todas las personas que conocí; también recordé a las amistades que dejé por ahí en el transcurso del tiempo, y a aquellas amistades que creí perdidas en el pasado pero que han vuelto para hacer de mi juventud una época de cambios positivos. Seguía caminando y metros antes de acercarme al edificio donde se encuentra el auditorio universitario, decidí detenerme, dar la vuelta y sentarme en una de las jardineras de enfrente del lugar. Saqué uno de mis cuadernos de apuntes y le escribí a un ex-amigo lo siguiente:

“Te conocí hace aproximadamente 2 años, tenemos una historia increíble, de la nada a un todo, de sólo ignorarnos ha besarnos de una forma incondicional, de amarnos al hoy. Nunca he sido buena para expresarme con simplicidad, desearía poder sólo decir las cosas con claridad, desearía que sólo me entendieras, sé que cometí muchos errores, pero no me juzgues, tú no eres perfecto. Creí que eras honesto, que tus palabras eran francas, que tus cariños eran verídicos, que tus labios sólo manifestaban un sentir, no sólo un impulso. Me hiciste daño, traicionaste mi confianza, acribillaste a mi alma, mi aura ahora esta vacía y navega un velero triste con el crepúsculo más gris de toda mi vida, sin embargo es el recuerdo de tí lo que me hace pensar a veces que extraño a mi compañero fiel, a ese amigo inseparable y parecido a mí, extraño contar con el amigo que me consolaba por las noches, al amigo que no tenía que contarle tanto y que sólo bastaba una mirada para expresarle mi pensar. Desde tu partida no ha pasado un una sola de mis lunas en las que antes de dormir no me cuestione ¿Cómo se puede pasar de amar a una persona hasta detestarla tanto?, ¿Será acaso mi desprecio el mecanismo de defensa para poder seguir adelante?, ¿Será acaso la ofensa que hago después de pronunciar tu nombre el sinónimo de mi desaventura pasional? Me frustra saber que cambie por tí, y que el día de hoy no te dirijo ni la palabra... pero espera, ¿Realmente me molesta? Porque a pesar de todo soy de aquellas que no se arrepienten de nada. Seré franca a veces siento la debilidad de llamarte y rogarte que regreses y aunque sé que no serviría de nada semejante humillación, una lágrima sale, manifestación del dolor mío... puta aquella que se sordea y le putea a otro de igual calaña, pero para que se sordea si ya sabe a que me refiero, ¡oh! pobre efebo social que te dejas enredar por esa puta desgraciada ¿Qué debo hacer para abrirte los ojos a la verdad?, ¿Qué debo hacer para que te conviertas en un hombre de bien y en el buen amigo que siempre fuiste? Hoy extraño un pasado indescriptible, donde todo era dulce y delicioso, en ese entonces el tiempo se podía comparar con miles de caramelos sabor cereza que salían de nuestros bolsillos para terminar en la boca de otro, y son esos detalles los que hoy extraño y anhelo volver a encontrar. Sé bien que ya no puedo hacer nada paro remediarlo, para regresarte a como eras antes, no me queda esperanza de que seas quien fuiste.”

Después de plasmar toda esa melancolía reprimida, un fuerte viento despeino mi pobre cabellera decolorada, me hizo entrar en razón, rompí la hoja, la tire a un cesto de basura y continué mi camino pensando que sólo seguiré mi vida como cualquier otra mujer fuerte y valiente; olvidaré y viviré, me divertiré, adiós pasado, hola presente, hola futuro.


Angye Beltrán